Fortificaciones de Fillaboa

Tipo: 
Adscripción cultural: 
Siglo XVII
Intervenciones posteriores: 
Si
Documentado arqueológicamente: 
Si

Fotografía aérea

Descripción

Jaime Garrido en su estudio sobre las fortificaciones de Fillaboa presenta la planta de dos reductos que sitúa en Fillaboa, pero al otro lado del río con respecto al Fuerte, separados entre sí por la carretera que comunica Tui y Salvaterra (PO-404), bastante irregulares y rodeados por trincheras y fosos que no responden a la lógica del tipo de fortificaciones que hemos visto para el resto de la frontera vinculadas al período que nos ocupa. Garrido comenta que se trata de “dos reductos informes rodeados de numerosas trincheras y algún foso, que bien pudieron ser dos fortificaciones a medio hacer o demolidas después de hechas, deformándose más aún con el paso del tiempo”; a pesar de estas cautelas el autor afirma que “se aprecia con claridad su condición de fuertes atrincherados” construidos como apoyo a la fortificación de Aytona para aislar a los portugueses en la villa de Salvaterra (Garrido 2004). Fillaboa 1 Circulando por la carretera Tui-Salvaterra, en dirección a Salvaterra una vez pasado el puente sobre el río Tea, se observa a la izquierda de la carretera un terreno elevado, tras una cantera que Garrido identificó en 1982 como un reducto fortificado realizado en tierra, denominado Fortificaciones de Fillaboa 1. Analizando el lugar en comparación con los planos efectuados por el arquitecto en aquel entonces, la zona se encontraba muy arrasada en 2003. Según los planos de Garrido, se trataría de un reducto de planta ovoide, con el lado mayor orientado en sentido E-W, rodeado de fosos, caminos cubiertos, caminos y con una elevación identificada como atalaya al SE del recinto. Todos estos elementos no presentaban una distribución lógica, acorde con las plantas características de la fortificación abaluartada que habíamos documentado en otras fortificaciones del Baixo Miño / Vale do Minho. En el momento de efectuar la prospección arqueológica en noviembre de 2003, la zona se encontraba casi totalmente arrasada. Su extremo SW había desaparecido debido a los trabajos de explotación de una gravera. Los cortes producidos por la maquinaria en este sector mostraban varios perfiles en los que se podían observar la presencia de diferentes estructuras, que se podrían equiparar a fosos y trincheras, con una estratigrafía formada por un suelo arcilloso en la base y cantos rodados para las estructuras formadas por aporte de material. Al lado SE del conjunto se accedía a través de una pista situada a la izquierda de la carretera Tui-Salvaterra. Este sector se encontraba también arrasado por la construcción de unas viviendas. Tras ellas se observa otro perfil estratigráfico donde se ven varios desniveles (trincheras, fosos) con una estratigrafía similar. A estas construcciones hay que sumar una explanación del terreno, que parece responder a un proyecto para la realización de un parque industrial, y que se extiende también por el lado NE, de forma que lo único que se conserva de la estructura elevada es el cuadrante NW y un tramo hacia el S entre los perfiles resultantes de la explotación de áridos y de la construcción de las edificaciones. En la parte conservada se distinguen básicamente dos formas en el terreno: una a modo de parapeto con orientación E-W y un montículo alto y redondeado al NW. Por lo demás, toda la superficie conservada se encuentra cubierta de vegetación (arbolado de repoblación, toxo y helecho), por lo que resulta difícil determinar si existen más estructuras. Parece conservarse también hacia el SE una pequeña elevación de planta redondeada separada de las estructuras descritas que Garrido interpreta como atalaya. Fillaboa 2 El segundo recinto que comenta Garrido se localiza a la misma altura que Fillaboa 1, pero a la derecha de la carretera que conduce a Salvaterra. Al igual que el anterior Garrido lo identificó en 1982 como un reducto fortificado realizado en tierra, denominado Fortificaciones de Fillaboa 2. En este caso llaman la atención dos aspectos en relación con su interpretación como recinto defensivo de época moderna, por una parte, la aparente falta de planificación a la hora de plantear una construcción de esta tipología; por otra parte, la inexistencia de una cortina con su correspondiente parapeto y escarpa rodeando el recinto interpretado como reducto, y el foso con su contraescarpa protegiendo el recinto, como sí sucede en las restantes fortificaciones analizadas. Si tenemos en cuenta la tesis de Garrido, todas estas irregularidades nos llevan a barajar varias hipótesis: que podría tratarse de una fortificación inacabada; de una obra de campaña urgente realizada sin planificación; de una obra de urgencia sin planificación; que esté aprovechando estructuras anteriores, como explotaciones mineras o extractivas; o bien que el sentido de su organización no se entienda todavía, a causa de la abundante vegetación que impide visibilizar correctamente el sitio, la mala conservación o la descontextualización a que está sometida esta zona después de tantas destrucciones. Al igual que sucedía en las Fortificaciones de Fillaboa 1, en este caso se observa en la zona central una especie de reducto elevado, tal vez abaluartado, aunque muy irregular, que podría semejar una estrella de cinco puntas muy desvirtuada. Este elemento está rodeado de fosos, trincheras, caminos cubiertos, murallones, muchos de ellos intermitentes, entrecortados, con cotas muy variables y sin un orden lógico aparente. Cuando se llevó a cabo la prospección arqueológica en el 2003 la parte W ha sido cortada desde el límite de la carretera por una cantera de gravas dejando un perfil en sentido NNE-SSW en cuyo corte se observan varios fosos y elevaciones. Hacia el SW del corte, y en paralelo al curso del río Tea, parece que continúa habiendo estructuras que no se han podido delimitar. Desde la cantera, siguiendo esta misma orientación, discurre una pista que se une un poco más adelante con un camino tradicional. En las zonas mejor conservadas existe un desnivel de unos 4 o 5 m desde el reducto hasta la base del camino, por lo que este podría estar amortizando un foso. El resto de las estructuras identificadas por Garrido parecen conservarse. Se delimita con claridad el reducto elevado, que estaría formado por una parte central elevada con puntas salientes algo redondeadas, y rodeado por un foso exterior y tres estructuras a modo de parapeto hacia el exterior del foso por el lado S. Se documentan otras posibles construcciones en el entorno del reducto, fosos, caminos o murallas, pero no pudieron delimitarse con exactitud por estar cubiertas de vegetación y cruzadas por caminos. Estos caminos, sobre todo hacia el E del reducto, podrían ser también trincheras reutilizadas. Como vemos, existen varias dudas sobre la vinculación de las estructuras documentadas por Garrido con una fortificación abaluartada tipo del período que nos interesa; por otra parte, a diferencia del Forte de Fillaboa, no aparecen representadas en el plano de Quecedo de 1646. Planteábamos en su momento la posibilidad de encontrarnos ante un tipo de estructuras que podían responder a una lógica y una adscripción cultural distinta a la de época moderna, en concreto a explotaciones mineras. Efectivamente cuando estábamos efectuando el estudio de estas fortificaciones una vez finalizada la elaboración del Plan Director, los investigadores Brais X. Currás Refojo y Luis F. López González nos pusieron sobre la pista de que posiblemente las trincheras y fosos de Fillaboa correspondiesen a una explotación aurífera de época romana y no a una fortificación de época moderna. De hecho, el primero de ellos así la cataloga en su reciente tesis, donde interpreta las estructuras de Fillaboa como parte de la mineralización aurífera en aluvión de la cuenca del Baixo Miño (Currás 2014: 819). En esta zona identifica una gran explotación aurífera romana; según el autor la caracterización de las labores en secundario se vieron sometidas en el Baixo Miño a un elevado grado de alteración. Describe la mayor parte de las minas sobre depósitos secundarios del Baixo Miño como “trabajos muy superficiales, llevados a cabo mediante series de surcos convegentes que ‘labran’ las zonas mineralizadas con la ayuda del agua para confluir en un canal lavado, que antecede a la evacuación de los estériles” (Id.: 821), descripción que encaja con el tipo de estructuras documentadas en A Chan da Ponte. “En la gran mina de Fillaboa (CBM-087) se puede observar un sector bastante bien conservado en el extremo N, en el frente de explotación que marca el final de la mina, pero el resto del conjunto se haya muy alterado y tan sólo se conservan los cerros testigo que definen la salida de los canales de evacuación hacia los ríos Miño y Tea.” (Id.; ver Fig. 7.17. y Fig. 7.18 en este mismo trabajo; ver también Currás y López González 2012). Los cerros testigo a los que se refiere Currás se corresponden con los reductos que Garrido identifica como fuertes atrincherados. Desde nuestro punto de vista, coincidimos con la interpretación que hacen tanto Currás como López González de este yacimiento, pero si cruzamos los datos con la información histórica que habla de la existencia de unas trincheras ocupadas a principio de la guerra por el ejército gallego mientras se construía el Forte de Fillaboa, que son atacadas y desmanteladas, no es descabellado pensar que en ese momento se aprovechasen las estructuras ya existentes como parte de la logística del conflicto. A partir del análisis de los datos LiDAR hemos podido comprobar que en el lugar denominado Parcela de O Castro, dominando el puente medieval sobre el río Tea, se observa en la parte más elevada lo que parece una figura estrellada. Esta parece conservar únicamente los ángulos de los lados NW, W y parte del SW, pero hacia el lado del río, que tiene una pendiente mayor, no se aprecian estructuras de este tipo. Si tenemos en cuenta las plantas de otras fortificaciones de similar tamaño documentadas en el Baixo Miño, podría tratarse de un recinto central de planta cuadrada con un foso estrellado con camino cubierto circunvalándolo, similar a lo que veíamos en la Atalaia de San Pablo de Porto. En el caso de las explotaciones mineras situadas al otro lado del río Tea en dirección a Salvaterra, en el recinto de Fillaboa 2 se conservan las mismas estructuras que fueron dibujadas en su momento por Jaime Garrido; pero en el caso de Fillaboa 1 prácticamente no queda nada de aquel recinto, tal y como habíamos comprobado ya en el año 2003. Referencias: Garrido Rodríguez, J. 2004. Fortificaciones del río Miño. Memoria histórica inédita realizada durante los trabajos de redacción del Plan Director Fortrans. Vigo. Currás Refojos, B. X. 2014. Transformaciones sociales y territoriales en el Baixo Miño entre la Edad del Hierro y la integración en el Imperio Romano. Tesis Doctoral inédita presentada en Santiago de Compostela. Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela. Currás Refojos, B. X. y López González, L. F. 2012. Minería romana y poblamiento en la cuenca del baixo Miño (noroeste Peninsular)”. En C. M. Braz Martins, A. M. S. Bettencourt, J. I. F. P. Martins y J. Carvalho (Coord.). Povoamento e Exploração dos Recurssos Mineiros na Europa Atlântica Ocidental, pp. 179-201. Braga.

Ámbito de visibilidad concreto

La vegetación de la zona no permite determinarla, de todas formas domina el paso hacia Salvaterra por el valle del Miño y parece que también dominaría la orilla opuesta del río Tea.

Vegetación puntual

Arbolado de repoblación de pino y eucalipto, arbolado autóctono de roble y monte bajo de toxos, xestas y helechos.

Tipo de relieve

Pequeño collado al E del río Tea, situación estratégica entre el paso hacia Salvaterra por el valle del Miño y el paso hacia el N atravesando el Miño.

Vinculación a elementos naturales

Río Tea y Río Miño.

Vías naturales de tránsito

Hacia el N por el valle del Tea, ampliamente documentado ya en la Edad Media. En dirección NE-SW por el valle del Miño, documentado también en la Edad Media y conservado hoy por la carretera comarcal.
Dimensiones: 
El yacimiento mide en el eje N-S 25 m, en el eje E-W 100 m y conserva un pasillo hacia el SW de unos 10 m de ancho por 40 m de largo.

Ubicación
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